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domingo, 2 de julio de 2017

GRAN CANARIA RESERVA DE LA BIOSFERA


El pasado 29 de junio de 2005 fue declarada por la UNESCO la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. Con este apreciado galardón la isla de Gran Canaria se incorpora a la Red Mundial de Reservas de la Biosfera -de la que ya formaban parte en Canarias las islas de Lanzarote, La Palma y El Hierro- dependiente del Programa MaB de la UNESCO (MaB, del inglés Man and Biosphere, el Hombre y la Biosfera), programa que presta una especial atención a la relación entre las comunidades humanas y el medio natural. 

Con la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria fueron declaradas en la última reunión de la Mesa del Consejo Internacional de Coordinación del MaB celebrada en París en la fecha citada, un total de 23 nuevas Reservas de la Biosfera, de modo que la Red queda integrada actualmente por 482, repartidas en 102 países, con algunas transfronterizas. 

En el caso de Gran Canaria, la isla del archipiélago canario más densamente poblada –con 1.500 km2 de superficie su población de hecho ronda los 900.000 habitantes- que ha destacado por la laboriosidad de sus habitantes y la marcada vocación comercial y portuaria de su capital, Las Palmas de Gran Canaria, se da la circunstancia que los puntos tradicionales de entrada en la isla, puerto y aeropuerto, se ubican en la zona más urbanizada y en la fachada más árida de la Isla respectivamente, lo que ha contribuido a que la naturaleza de Gran Canaria haya sido la gran desconocida. 

La excepcional playa capitalina de Las Canteras -protegida del mar abierto por un arrecife que discurre paralelo a la línea de costa- y en el extremo sur de la Isla la exótica playa de Maspalomas -con sus dunas, laguna y oasis de palmeras- han centrado buena parte de la atención del visitante, eclipsando en cierta medida al interior insular lleno de belleza y valores patrimoniales. 

La UNESCO ha venido a refrendar algo que para los conocedores del interior de Gran Canaria era evidente: la grandiosidad y amenidad de sus paisajes, sus excelentes pinares y su rica biodiversidad, con una obra humana que se traduce en un extraordinario patrimonio cultural, tanto en sus aspectos arqueológicos -con riqueza y variedad de yacimientos- como etnográfico, donde la arquitectura y la agricultura tradicional, surgidas de una íntima simbiosis entre el hombre y su medio, conforman un atractivo mosaico de pequeños asentamientos y cultivos en bancales, en cuyos pobladores aún hoy pervive un singular patrimonio inmaterial. 

La Reserva de la Biosfera, promovida por el Cabildo de Gran Canaria, lo ha sido en un proceso que ha contado con una amplia participación ciudadana. Comprende un extenso sector de la Isla y su orla marina adyacente, donde su parte terrestre abarca el 46% (69.000 hectáreas) del territorio insular en su mitad occidental, con dos zonas núcleos (las Reservas Naturales de Inagua y Güi-Güi) y sus correspondientes zonas de amortiguación y transición. La población asentada en la zona delimitada es de 18.000 habitantes. 

La parte marina comprende una zona de transición que incluye la totalidad del Lugar de Interés Comunitario (LIC) denominado Franja Marítima de Mogán -orla de ocho kilómetros de anchura que discurre desde la Punta de Maspalomas, extremo sur de la Isla, hasta la Punta del Descojonado, extremo occidental- más una franja adicional de 2.5 kilómetros de anchura que a partir de este punto alcanza hasta el Puerto de las Nieves en Agaete, con una zona de amortiguación de 200 metros de anchura en su contacto con la zona núcleo terretre de Güi-Güi. 

En la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria se encuentran las rocas más antiguas de la Isla -basaltos que afloraron a la superficie del Atlántico hace 14,5 millones de años- y los testimonios más apasionantes de su historia geológica, donde destacan los afloramientos de rocas vivamente coloreadas, resultado de procesos hidrotermales subsiguientes al colapso de la gran cámara de la que surgieron aquellas primeras rocas de la isla emergida, mientras los impresionantes roques como el Nublo y el Bentayga, erguidos sobre los abismos, nos hablan de las poderosas fuerzas que les dieron vida. 

Roques, intrincados barrancos y altos desfiladeros confieren tanta fortaleza y singularidad a este paisaje que don Ramón de Unamuno al contemplarlo lo describió como “tempestad petrificada”. Los pintorescos pueblos y caseríos junto a los pequeños campos de labor dispuestos en las laderas como bancales a modo de cadenas, son la nota acogedora que denota el esfuerzo de los campesinos que, durante siglos, han obtenido de estas abruptas tierras su sustento. 

En estos momentos el Cabildo de Gran Canaria está ocupado en la constitución de los órganos de gestión de la Reserva de la Biosfera, centrados en un consorcio con amplia representación de los agentes sociales, así como en la puesta en marcha de un plan de acción con un horizonte a diez años vista, que lleve a la práctica los principios del desarrollo sostenible y el intercambio de experiencias. 

A corto plazo, se pretende ampliar la zona núcleo al ámbito marino; a medio, ampliar gradualmente los límites del ámbito terrestre y, a más largo plazo, incorporar la mayor parte de la Isla, de modo que los principios que inspiran la Reserva de la Biosfera se trasladen hasta los ámbitos urbanos para conseguir ciudades sostenibles que generen sinergias, tanto con los ámbitos rurales que atesoran tradiciones centenarias –incluido un valioso patrimonio inmaterial- como con los entornos más naturales depositarios de una valiosa biodiversidad.

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